y de tu carne, quedó ceniza
y la ceniza se la llevó el viento,
así, yo me creía libre,
pero respiré el aire que te transportaba,
y cada día lo hacía
y me hería y envejecía
consumiendome yo
con tu muerte y tu vida.
de tu ceniza quedó un recuerdo
un dibujo en la mano
en la espalda un beso
y una caricia ligera pero tierna
como el susurro del tiempo,
el ojo que llora y derrama su pena
transparencia que ciega
y deja ver la verdad del sentimiento
creciendo, mejorando cada día
pero no por esto ha desaparecido
nada se pierde
aunque sea ceniza,
un dibujo al aire, una sonrisa pasada,
una conversación o una puerta
que se cierra fuerte o termina
nadie crea que las cosas se pierden
y desaparecen de por vida
siempre queda en el aire
su perfil, su herida.
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